lunes, 30 de marzo de 2020

LA NATURALEZA DE LAS OLAS


La Naturaleza de las Olas.

 Existe una tremenda belleza en el navegante
que se aventura a entrar en una NATURALEZA SALVAJE,
que a ratos puede regalarle la calma de sus aguas o la intensidad de sus olas.

O ese "surfista" que va aún más allá, que danza con la Ninfa de las olas,
 Eolica, la ninfa  que otros temen, que otros llaman "peligro".

Temerario es quien entra en los terrenos de lo  desconocido,
de lo indómito de la NATURALEZA.

La Naturaleza es indomable, es hermosamente libre... es cambiante, cíclica,
llena de EROS VIVO que se manifiesta constantemente.
Llena de pausas, de silencios, de estruendos y relámpagos.

Observar lo SALVAJE de nuestro habitar es entrar en nuestro SER más REAL,
con todo lo posible, con todo lo que allí pueda surgir.
Navegar en mares desconocidos es una aventura que se nos invita a diario.

Cuánta sabiduría tenemos para hacer este viaje?
Cuantos mapas hemos estudiado?
Cuanta intuición hemos desarrollado?
Cuánto entrenamiento tenemos?
Hay fuerza en nuestro cuerpo, en nuestro corazón, en nuestra mente?
Cuánto de HUMANOS tenemos aún para habitarnos y habitar este mundo?
Vamos con tripulación? Vamos a la deriva? Hemos Naufragado?
Podremos reconstruir nuestra barca en algún misterioso lugar?

Odiseo es uno de los personajes que mejor describe nuestro habitar a través de la pisquis humana y sus transformaciones. El personaje de LA ODISEA, de Homero, es una muestra del potencial humano que se transforma en su VIAJE, a través de sus diferentes dificultades. Este motivo del viaje es una clave por pocos descifrada... que se ha ido perdiendo y quedando al resguardo subterráneo de lectoras, lectores, eridit@s, filósof@s, estudios@s.... pero son Mitos fundacionales de la cultura Occidental que podemos rescatar en momentos de flaqueza.

En los Mitos existe un REGALO SIMBÓLICO que nutre el alma de la humanidad.
El símbolo es una hermosa medicina que se abre secretamente para ser descubierta. Pero lo EVIDENTE se ha vuelto un hito de nuestra era posmoderna, que ya va entrando en poscapitalista -o debo decir preapocalíptica?- y por lo mismo NECESITA RECUPERAR EL MISTERIO DEL SÍMBOLO...

La Ninfa habita desnuda los mares, habita su oleajes vivos y los despliega con placer.
El navegante surca las profundidades abierto a todo lo que ella pueda inquietar, mover, despertar.
Ella puede hacerle un regalo, el más profundo de todos: la calma de sus olas, la sumisión momentánea de su intensidad ondulante. Ella puede abrirle camino entre sus aguas, dejarse penetrar con dulzura, cuando el navegante sabe descrifrar los vientos, el aroma del mar, los tiempos más certeros para adentrarse o salir. Debe controlar su nave o perderá el rumbo, la vida. Puede esperar que pase la tormenta? Podrá conocer profundamente el ritmo que alcanza?

Somos Navegantes ciegos a veces, nublados por el terror de un posible naufragio.
Somos navegantes inexpertos, aprendices que tomamos un timón sin siquiera saber qué son los aparejos.
Somos navegantes ignorantes, que no sabemos distinguir entre el rumbo y la dirección, entre la ruta y el destino.
Somos navegantes ambiciosos, que derrochamos las provisiones con descaro, esperando llegar a puerto para acumular más y más... Presionando a tripulantes hambrientos, que trabajan para nosotros por un mísero plato diario, mientras en nuestra mesa abunda mucho más, tres y hasta cuatro veces al día.
Perdemos toda disciplina, embriagados por agua salada...
Pero en las estrellas está escrito lo mismo que se escribe por dentro de este cuerpo.
Mirar un cielo estrellado me trae de regreso. A lo profundo de mi misma, a lo profundo de ti mismo.
A esos mapas internos, a esas cartas de navegación olvidadas por años.
Ir allí es tallar una nueva brújula en el centro de la frente.
es tatuarnos en los brazos las llaves de todos los cofres.



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