La Naturaleza de las Olas.
que se aventura a entrar en una NATURALEZA SALVAJE,
que a ratos puede regalarle la calma de sus aguas o la
intensidad de sus olas.
O ese "surfista" que va aún más allá, que danza
con la Ninfa de las olas,
Eolica, la ninfa que otros temen, que otros llaman
"peligro".
Temerario es quien entra en los terrenos de lo desconocido,
de lo indómito de la NATURALEZA.
La Naturaleza es indomable, es hermosamente libre... es
cambiante, cíclica,
llena de EROS VIVO que se manifiesta constantemente.
Llena de pausas, de silencios, de estruendos y relámpagos.
Observar lo SALVAJE de nuestro habitar es entrar en nuestro
SER más REAL,
con todo lo posible, con todo lo que allí pueda surgir.
Navegar en mares desconocidos es una aventura que se nos
invita a diario.
Cuánta sabiduría tenemos para hacer este viaje?
Cuantos mapas hemos estudiado?
Cuanta intuición hemos desarrollado?
Cuánto entrenamiento tenemos?
Hay fuerza en nuestro cuerpo, en nuestro corazón, en nuestra
mente?
Cuánto de HUMANOS tenemos aún para habitarnos y habitar este
mundo?
Vamos con tripulación? Vamos a la deriva? Hemos Naufragado?
Podremos reconstruir nuestra barca en algún misterioso
lugar?
Odiseo es uno de los personajes que mejor describe nuestro habitar
a través de la pisquis humana y sus transformaciones. El personaje de LA
ODISEA, de Homero, es una muestra del potencial humano que se transforma en su
VIAJE, a través de sus diferentes dificultades. Este motivo del viaje es una
clave por pocos descifrada... que se ha ido perdiendo y quedando al resguardo
subterráneo de lectoras, lectores, eridit@s, filósof@s, estudios@s.... pero son
Mitos fundacionales de la cultura Occidental que podemos rescatar en momentos
de flaqueza.
En los Mitos existe un REGALO SIMBÓLICO que nutre el alma de
la humanidad.
El símbolo es una hermosa medicina que se abre secretamente
para ser descubierta. Pero lo EVIDENTE se ha vuelto un hito de nuestra era
posmoderna, que ya va entrando en poscapitalista -o debo decir preapocalíptica?-
y por lo mismo NECESITA RECUPERAR EL MISTERIO DEL SÍMBOLO...
La Ninfa habita desnuda los mares, habita su oleajes vivos y
los despliega con placer.
El navegante surca las profundidades abierto a todo lo que
ella pueda inquietar, mover, despertar.
Ella puede hacerle un regalo, el más profundo de todos: la
calma de sus olas, la sumisión momentánea de su intensidad ondulante. Ella
puede abrirle camino entre sus aguas, dejarse penetrar con dulzura, cuando el
navegante sabe descrifrar los vientos, el aroma del mar, los tiempos más
certeros para adentrarse o salir. Debe controlar su nave o perderá el rumbo, la
vida. Puede esperar que pase la tormenta? Podrá conocer profundamente el ritmo
que alcanza?
Somos Navegantes ciegos a veces, nublados por el terror de
un posible naufragio.
Somos navegantes inexpertos, aprendices que tomamos un timón
sin siquiera saber qué son los aparejos.
Somos navegantes ignorantes, que no sabemos distinguir entre
el rumbo y la dirección, entre la ruta y el destino.
Somos navegantes ambiciosos, que derrochamos las provisiones
con descaro, esperando llegar a puerto para acumular más y más... Presionando a
tripulantes hambrientos, que trabajan para nosotros por un mísero plato diario,
mientras en nuestra mesa abunda mucho más, tres y hasta cuatro veces al día.
Perdemos toda disciplina, embriagados por agua salada...
Pero en las estrellas está escrito lo mismo que se escribe
por dentro de este cuerpo.
Mirar un cielo estrellado me trae de regreso. A lo profundo
de mi misma, a lo profundo de ti mismo.
A esos mapas internos, a esas cartas de navegación olvidadas
por años.
Ir allí es tallar una nueva brújula en el centro de la
frente.
es tatuarnos en los brazos las llaves de todos los cofres.